Es importante recordar que estamos llamados a ser cristianos, que somos convocados a ser como el Señor Jesús, a vivir aquello que nos dice el apóstol san Pablo en su Carta a los Gálatas (2,20): “Vivo yo, mas no yo, es Cristo quien vive en mí”. La vida cristiana no es ni aburrida, ni triste. Cuando es llevada auténticamente es todo lo contrario, es una vida llena de alegría, de amor, de fe y de esperanza. La persona humana está invitada a responder a la pregunta fundamental por su propia identidad siguiendo al Señor, siendo como el Señor Jesús, hijo de María.
La clave de la vida de todo ser humano consiste en la centralidad de Cristo, abrirle la mente y el corazón, encontrarse con Él, conocerlo, descubrirlo, saber quién es, para seguir su ejemplo y su vida. Sin la Verdad que nos trae el Señor tendremos una visión reductiva del ser humano como la que nos ofrecen las ideologías, la sociología o la misma psicología.
Si quiero responder a mi propia identidad es clave preguntarme si conozco al Señor, si vivo como Él y además si conozco mi vocación particular, si he descubierto para qué he sido creado. Dios me ha hecho para algo, me creó con una misión particular dentro del gran llamado a la vida cristiana. En la medida que sea persona, cristiano y despliegue mi vocación particular voy a plenificar mi existencia y cooperando con la gracia podré ganar el Reino de los Cielos.
texto tomado del ALETEIA.org, para leer todo el artículo CLICK AQUI